Esta etapa se enfoca en llevar a los jóvenes a la independencia y a la adaptación a la vida adulta, pues además de la excelencia académica, se desarrollan las competencias sociales reales (no virtuales), los buenos modales, la tolerancia hacia otros, el respeto y el aprendizaje y enseñanza hacia los otros, la independencia, autodisciplina, así como unas sólidas ética y moral.

El prepararse para una carrera profesional requiere elegir no solo aquella que corresponda a los talentos particulares y que permita una estabilidad financiera, sino aquella que permita hacer una contribución significativa a la sociedad.

El ambiente provee oportunidades para que los estudiantes desarrollen las habilidades y valores necesarios para trabajar en equipo, tomar decisiones, manejar proyectos a largo plazo y hacer trabajo comunitario y prácticas laborales en el área de su interés.

Estas habilidades emocionales y del desarrollo humano están inmersas con los retadores temarios académicos que requieren los estudiantes para prepararse para la entrada a la Universidad.